Luis Gutiérrez

¡Hola! Antes que nada quería darte las gracias por llegar hasta aquí y por tu interés en nuestra biografía. Yo soy Luis Gutiérrez. Me gustaría contarte un poquito sobre mi vida personal y profesional. 

Soy madrileño de nacimiento, y allí me crié. Tuve la suerte de vivir una infancia feliz, no tenía problemas mayores en la escuela y en casa tuve un ambiente más que positivo. Me gustaba mucho la comida, lo cual fue un problema cuando me detectaron una enfermedad que me impedía comer dulces a placer, pero bueno, "problemas del primer mundo". Gracias a esa enfermedad dediqué mi juventud y adolescencia a practicar deportes a diario, especialmente la natación. Las sensaciones que me generaba nadar eran casi opuestas, por un lado la adrenalina de la competición y, por otro, la paz del agua. Pero bueno, eso es lo de menos. Los deportes han marcado mi persona sobre todo en cuestión de desarrollar unos valores muy marcados con la competición en el sentido del esfuerzo y del respeto al otro. 

Hacer deporte en el instituto me acercó a muchas personas y amigos. Y en parte por ellas estoy hoy aquí. Yo no tenía ni la más remota idea de qué quería hacer con mi futuro. A los 15-16 años me gustaba la química. A los 16 descubrí y me enamoré de la filosofía. A los 17 me empezó a llamar la atención la psicología. Y desde bien pequeño me ha llamado mucho la atención la criminología. Así, y en parte gracias a haber estudiado psicología en bachillerato, decidí que esta era la mejor opción para adentrarme en el mundo laboral. 

Los dos primeros años en la carrera me resultaron un poco duros porque nada tenía que ver con mis expectativas, pero en 3º curso tuve la suerte de descubrir la psicología del testimonio. Ahí descubrí mi vocación. La credibilidad del testimonio, el reconocimiento de caras, las confesiones falsas... tres temas que me enamoraron desde el primer minuto y, sin pelos en la lengua, me acerqué a mi profesora y se lo hice saber. 

Así me adentré en el equipo de investigación de la facultad y empecé a desarrollar mi carrera. Por desgracia, la pandemia fue un parón porque impidió desarrollar un precioso trabajo sobre confesiones falsas y, nada más acabar el encierro, tuve que aceptar un trabajo en un centro educativo, lo que me llevó a dejar un poco de lado aquel grupo de investigación. 

Pero seguí formándome, estudiando el máster en psicología forense y comencé mis andaduras como psicólogo forense privado. En aquel conocí a grandes profesionales, entre ellos, Juan Manuel Muñoz. Largas charlas con él y junto a la insistencia de mi pareja me llevaron a escribir a mi actual director de tesis, Antonio Manzanero, a quien le debo mi más sincera gratitud por acogerme con tanta facilidad. 

En aquella primera reunión sobre la tesis yo estaba como un flan, la emoción y los nervios podían conmigo. Llamo a la puerta, "adelante" contestan. Y veo a tres personas: a Antonio, a Miguel-Ángel Álvarez y a mi ahora compañera y amiga, Nuria. Pasaron los días (ya los nervios no florecían) y las reuniones y los cafés nos fueron acercando aún más. 

La conexión era buena, lo que hacía la interacción sencilla. En junio de 2023 nos vamos al congreso anual de la Asociación Europea de Psicología y Ley y se nos ocurre la idea de montar este proyecto de divulgación de la Psicología del Testimonio. ¿Por qué? Primero, porque nos apasiona. Segundo, porque vimos cómo en otros países hay más cultura y no queríamos quedarnos atrás.


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